El bruxismo se presenta en distintos grados de afectación dependiendo de
qué tan poderoso sea el hábito. Generalmente se clasifica en 3 grados de
afectación según si se trata de un hábito incipiente, establecido o poderoso,
siendo el primero menos agresivo y el último más, pudiendo degenerar en
lesiones dentales permanentes.
Se puede diagnosticar el
bruxismo durante una visita al dentista en un examen dental rutinario. El
paciente suele presentar lesiones mínimas prácticamente imperceptibles. Es
posible que existan síntomas como dolores de cabeza al despertar, dolores o
afeccciones mínimas en los dientes, etc. Generalmente, siendo así, suele
derivar de problemas de ansiedad y no se recomienda ningún tratamiento a nivel
buco dental, suele relacionarse comúnmente con trastornos del sueño.
El
bruxismo suele detectarse, o bien por terceros que oigan el rechinar de dientes
del paciente durante sus fases de sueño, o en la consulta del dentista al
observar el desgaste de las piezas dentales o la deformación de los espacios
que estos ocupan en la encía.
Generalmente, debido al bruxismo, el desgaste en las piezas dentales
suele ser mayor en las áreas funcionales del mismo, ya que son las primera y
más expuestas. Si el estado emocional del paciente pasa por fases de estrés o
ansiedad, suele manifestarse más intensamente y su detección es también más
evidente.